La figura de un ojo puede simbolizar recepción, y por consiguiente conocimiento, o por el contrario, expresión, y por consiguiente la manifestación hacia el exterior del poseedor del ojo.
En el primer caso, cuando la imagen del ojo simboliza recepción de información, el ojo abierto suele representar atención y cultura; el ojo cerrado es la negación de esta entrada de información por indiferencia, meditación, abstracción, sueño o muerte. Y la ceguera, que es una temible falta de información, expresa la deshomologación del sujeto con sus semejantes normales.
El sello de la Societas Ophthalmologica Europaea recoge en su ojo, junto al simbolismo del conocimiento, la expresión directa del órgano que la identifica. En una lágrima limitada por el nombre de la sociedad hay en la parte superior un sol con un surfóculo en su interior y rayos luminosos alrededor, sobre un fondo de cielo y nubes. Debajo aparece Zeus en forma de toro, raptando a la joven Europa y llevándola sobre el mar Mediterrráneo a Creta, donde engendraron a Minos.
Los sarcófagos egipcios tienen a veces pintados o en bajorrelieve dos ojos normales o un ojo de Horus, a fin de que el difunto que contienen pueda ver a su través el mundo que le rodea. Los ojo simbólicos citados expresan principalmente el conocimiento. Los ojos múltiples enfatizan más esta propiedad. Los ojos heterotópicos en posiciones claves, como las manos, aportan el conocimiento visual a lugares anatómicos que carecen de él, como se expondrá más adelante en el apartado de los ojos heterotópicos.
Curiosamente, el ojo que vigile la conducta humana en un futuro, probablemente sea un chip cibernético intracorporal con forma de surfóculus. La Historia de la humanidad ha mostrado que las doctrinas deontológicas suelen predicar la bondad, y esto sin duda ha mejorado paulatinamente el mundo, pero no ha impedido que continúe el abuso entre los hombres. La sociología basada en la evidencia hace pensar que previsiblemente esto mejorará muy lentamente en el futuro social inmediato. Por ello, es posible que en un futuro la ciencia cree un chip cibernético que se introduzca obligatoriamente en todos los humanos para identificar la exacta localización de ellos y de sus relaciones. El control de esta información será fácil y práctico, y una regulación legal obligará, cuando no se actúe contra la sociedad, a preservar la intimidad personal. Esto cambiará gradualmente la conducta humana universal, hasta convertir el respeto social en un hábito ético, e influirá decisivamente en la práctica moral (mos, moris, la costumbre). Este chip —el ojo que todo lo ve—, posiblemente tenga la forma lanceolar plana de un surfóculus, para facilitar su implantación intracorporal.
En el segundo caso, cuando la imagen del ojo ojo simboliza expresión, manifiesta y emite actitudes personales. El ojo visible se reduce a la córnea y esclero-conjuntiva de la superficie ocular expuesta, y esto es muy limitado para expresar los distintos estados de ánimo, porque sus posibles cambios, como el tamaño pupilar y la congestión o dilatación de los vasos de los trígonos episclero-conjuntivales expuestos no son prácticamente apreciables a simple vista. Por ello, la principal expresividad del ojo aislado casi se reduce a su posición: la orientación directa del ojo a un objeto o persona indica atención, éxtasis o dominio. No mirar directamente indica indiferencia, inferioridad o timidez. Mirar hacia abajo sumisión u obediencia. Mirar hacia arriba, abstracción, introspección o elevación a Dios.
Pero el ojo es la parte más importante del cuerpo en las interrelaciones personales, la primera parte que uno observa en otros. Por ello la relativa inexpresividad de los globos oculares se ha corregido complementándolos con la expresión de los párpados, las cejas, las lágrimas y otras partes de la cara y el cuerpo. Así, la evolución filogenética y de los usos culturales ha dado a los músculos de los párpados un rico repertorio de expresiones para emitir información y para expresar cosas tan variadas como órdenes, súplica, seducción, atención, fulminación, amor, miedo, ira, benevolencia, etc.
En las mitologías varias se recoge la emisión de expresiones de los ojos transformada en influencias que frecuentemente se exageran. Por ejemplo, en la leyenda griega de las tres gorgonas, una de ellas, Medusa, transformaba en piedra las cosas que miraba. Poseidon hizo el amor con Medusa en un templo de Atenea, y Atenea despechada, decidió vengarse y ordenó a Perseo matarla. Así, cuando Medusa dormía, Perseo mirándola no frontalmente, sino reflejada en su escudo para evitar verla directamente, la decapitó. Perseo recibió como premio las sandalias aladas.
En las culturas celtas también hay leyendas sobre el poder emanado de los ojos. Así, entre los celtas irlandeses, el héroe Tricastal, del Ulster, mataba a sus enemigos con sólo mirarlos. Y en la cultura hindú, el tercer ojo de Shiva, el frontal, representa el fuego que puede quemar y destruir lo que mira.
El mal de ojo es la influencia negativa que puede inducir en una persona o animal la mirada de algunas personas envidiosas o maléficas. La superstición del mal de ojo probablemente ya existía en pueblos prehistóricos, pero la primera vez que se documenta históricamente es en las culturas babilónica y egipcia. Posteriormente se ha comprobado que existió en todos los pueblos y culturas, y actualmente persiste en gran parte de la población mundial, especialmente en la campesina. Hay muchas formas de protegerse del mal de ojo, y entre ellas, son importantes los amuletos, como el Batra Giwargis, etíope, que tiene la curiosidad de incluir dos ojos, uno en sursumducción y el otro en deorsumducción, cosa doblemente curiosa porque habitualmente se ha achacado a los estrábicos una mayor capacidad de aojar. Pero el más conocido amuleto relacionado con un ojo pertenece a la cultura mahometana y es la «mano de Fátima». Fátima fue hija de Mahoma, y la representación de su mano con un ojo en el centro de la palma, protege de sufrir este mal al que la lleva.
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