viernes, 2 de julio de 2010

Las aguas del olvido

En la mitología griega, Lete o Leteo (en griego antiguo Λήθη Lếthê, ‘olvido’ u ‘ocultación’) es uno de los cinco ríos potamo-ctónicos o ríos mitológicos del Hades: Aqueronte (el río de la pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio).
En el Reino de Hades, el curso del río Leteo discurría, según algunos, por las partes extremas de los Campos Elíseos, y, según otros, por los confines del Tártaro. Sus aguas tenían la propiedad de procurar el olvido del pasado, y por este motivo estaban obligados a beberlas los espíritus de los muertos antes de reencarnarse, para borrar así el recuerdo de sus vidas terrenales anteriores y de todo lo que habían visto en el mundo subterráneo o Infernum.
Lete era también una náyade, si bien probablemente sea un personificación separada del olvido más que una referencia al río que lleva su nombre. El nombre de Leteo procede de Léthes (el Olvido), que era hija de Éride (la discordia) y, según una tradición, madre de las Cárites (las Gracias). Léthes o Lete pasaría a convertirse con el tiempo en una alegoría del Olvido, hermano de Thánatos (la Muerte) y de Hypnos (el Sueño), y a título de tal la mencionaban con frecuencia los poetas. Pero además del Leteo mitológico, existían cerca del Oráculo de Trofonio, en Levádhya (Beocia, Grecia), dos manantiales de cuyas aguas debían beber los consultantes, la Fuente del Olvido (Lete) y la Fuente de la Memoria (Mnemósine).

Algunas religiones mistéricas privadas enseñaban la existencia de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia. A los iniciados se enseñaba que se les daría a elegir de qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Lete. Estos dos ríos aparecen en varios versos inscritos en placas de oro del siglo IV a. C. en adelante, halladas en Turios al sur de Italia y por todo el mundo griego.


Hallarás, a la izquierda de la mansión de Hades, una fuente,
y cerca de ella, erguido, un albo ciprés.
Allí, al bajar, las ánimas de los muertos se refrescan.
¡A esa fuente no te allegues de cerca ni un poco!
Pero más adelante hallarás, de la laguna de Mnemósine
agua que fluye fresca. Y a su orilla hay unos guardianes.
Ellos te preguntarán, con sagaz discernimiento,
por qué investigas las tinieblas del Hades sombrío.
«¿Quién eres? ¿De dónde eres?»
Y tú les dirás absolutamente toda la verdad.
Di: ¨Hijo de Tierra soy y de Cielo estrellado;
mas mi estirpe es celeste. Sabedlo también vosotros.
De sed estoy seco y me muero. Dadme, pues, enseguida,
a beber agua fresca de la laguna de Mnemósine».
Y de cierto que consultarán con la reina subterránea,
y te darán a beber de la laguna de Mnemósine.
Así que, una vez que hayas bebido, también tú te irás por la sagrada vía
por la que los demás iniciados y bacos avanzan, gloriosos.
Cf. Bernabé, Alberto, y Jiménez San Cristóbal, Ana Isabel, "Instrucciones para el Más Allá. Las laminillas órficas de oro", Madrid, 2001

4 comentarios:

  1. Te suelo dejar pocos comentarios, pero leo tus textos con avidez!! y me alegro de que últimamente haya tanta novedad por aquí!!! Besos!!

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  2. A todos nos gustaría beber en ocasiones de estas aguas y olvidar los errores cometidos.

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  3. A veces olvidar parece la solución más fácil, cuando, sin duda, es la más difícil de todas.

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