miércoles, 6 de julio de 2011

Autopsias en la Baja Edad Media



La necesidad de adquirir un conocimiento más profundo del cuerpo humano en medicina, fue haciéndose más imperiosa a medida que se iban practicando de forma esporádica, aunque cada vez más frecuente, investigaciones anatómicas en cadáveres humanos desde lugares distintos. Parece que a fines del siglo XIII Federico II permitió la disección de tres cadáveres humanos para su estudio con fines de ampliar conocimientos anatómicos. En 1286 un médico efectuó una disección humana en Cremona con el fin de obtener datos esclarecedores sobre una epidemia de morbo pestilencial ocurrida recientemente. Pietro D´Abano (1250-1315) describe la primera autopsia practicada en Pádua sobre el cuerpo de un farmacéutico que falleció al tomar por error mercurio de una botella que confundió con agua. En Venecia, muy relacionada con Pádua desde el punto de vista científico, se sabe de la realización de autopsias más en relación con órdenes judiciales, pero que al mismo tiempo servían para ir ampliando el conocimiento práctico de la anatomía humana; así se conocen desde el siglo XIII varios estatutos comunales dirigidos a los médicos legistas, para incluir en sus prácticas no sólo la inspección externa, sino también la práctica autópsica.

Guillermo de Salíceto, cirujano y profesor de la Universidad de Bolonia dejó escrita una obra en 1270, cuya redacción aparece siguiendo un orden metódico, propio de una persona experimentada en la práctica disectiva, de la que se sabe ciertamente que había realizado al menos una. Bartolomeo de Varignana efectuó una autopsia en 1302 que tuvo un carácter excepcional, y fue el de realizarse no en privado, sino públicamente, estando presentes otro médico y tres cirujanos, a pesar de las restricciones existentes en los Estatutos, que dictaban medidas severamente restrictivas sobre la enseñanza pública de la anatomía, por los frecuentes disturbios producidos en relación con la búsqueda de cadáveres para someterlos a estudios disectivos. En Pádua, por otra parte, se había llegado más lejos, pues con el pretexto de buscar cadáveres para ejercicios anatómicos, se abrían las tumbas ilegalmente y se perseguían los féretros durante los funerales. La Bula “De sepulturis” promulgada por el papa Bonifacio VIII, pretendía acabar con esta situación, lo que tuvo como consecuencia dificultar el curso de las investigaciones sobre cadáveres humanos.

A partir de 1300 se producirá una evolución creciente en la forma de abordar los estudios de anatomía. Bolonia se considera el punto de partida del renacer anatómico, para el que se dieron unas causas favorecedoras que Premura ha considerado fueron las siguientes:
1.- En la didáctica de la anatomía se adquirió un nuevo sistema: el paso de la lectio a la quaestio y de esta a la disputatio, que constituiría el debate.
2.- De una forma natural la lectura de un texto galénico evolucionó hacia una consideración objetiva del mismo.
3.- La aproximación al cadáver, afirmándose como necesidad inevitable la utilización de aquél para objetivos disectivos concretos.
4.- La avanzada posición cultural de Bolonia, donde funcionaba la universidad desde hacía más de un siglo, por lo que en la sociedad se iba formando un sólido espíritu de libertad.
5.- Los Estatutos y Ordenanzas de 1265 indicaban desde el punto de vista judicial la ejecución de
necropsias en los casos de muerte de causa dudosa. Estas disecciones de cadáveres efectuadas bajo marco legal, facilitaron el camino para la realización de investigaciones anatómicas con fines dirigidos a la enseñanza de la anatomía en los estudios de medicina.

En Pádua el Foro Criminal, o Maleficio, solicitaba la realización de autopsias ante un juez en caso necesario, como ocurrió en 1363. Se habla, por otra parte, de la existencia de prácticas disectivas desde 1300. Por ello, la disección realizada por Gentile de Foligno en 1341, parece indicar que estos datos no responden a ejemplos aislados, sino coincidentes en el hecho de aceptar la existencia de una práctica disectiva bastante habitual en el ambiente universitario de Pádua. En Venecia, por otra parte, el Consejo Mayor decretó en 1368, ordenar al colegio de médicos y cirujanos la realización de, al menos, una demostración anual con un cadáver, lo cual permite suponer, como un hecho normal en la vida universitaria, la práctica de disecciones humanas con carácter docente. Es aceptable por otra parte este dato, por la estrecha relación social e intelectual existente entre Pádua y Venecia.

El comienzo de una verdadera renovación quirúrgica se produce ya hacia los años finales del siglo XIII, gracias a un cirujano, Rogelio, perteneciente a la escuela salernitana. Como resultado de su larga experiencia personal, Rogelio escribió en 1180 la obra titulada “Práctica Chirúrgica” que, superando la herencia árabe de Constantino el Africano, presentó un a cirugía nueva, más objetiva y concreta. Tras él cabe destacar a Henri de Mondeville, que nació en Normandía hacia 1260 y estudió medicina en Montpellier. Después se trasladó a Bolonia. Enseñó en París y en Montpellier. Su gran obra lleva por título “Chirurgia”, compuesta por varios libros que el autor no llegó a finalizar. Pero el primero de ellos, dedicado a la anatomía, comprende toda la anatomía humana desde la cabeza hasta los pies. Esta obra tuvo gran aceptación y difusión. Fueron aportaciones suyas la creación de varios instrumentos quirúrgicos, como las agujas y porta agujas, un instrumento para extraer flechas y la utilización de un imán para extracción de fragmentos de hierro. Mondeville murió en 1310. Guy de Chauliac nació hacia 1290 en la Auvernia y estudió en la escuela médica de Montpellier, donde obtuvo el doctorado en 1325. Se trasladó a la universidad de Bolonia para perfeccionar su formación en cirugía y desde Bolonia se dirigió a París y se estableció después en Lión, y allí ejerciendo como magíster phisicus fue nombrado canónigo del Capítulo de Saint Just de la ciudad, donde falleció hacia 1368. Fue médico de los papas Inocencio V (1352-1362) y Urbano V (1362-1370). En 1362 comenzó a redactar su obra “Chirurgia Magna”, que se editó en latín, dedicando el primer libro a toda la anatomía del hombre. Se trata en su conjunto del texto de cirugía más completo de los escritos hasta entonces. De enorme claridad expositiva, Chauliac fue un gran compilador, en el que los cirujanos de los siglos posteriores encontraron las referencias más importantes sobre teoría y práctica de la cirugía. En el proemio a la anatomía, libro I, doctrina I, capítulo I dice a favor de las autopsias:
“ Otro modo de estudiar la anatomía se basa en la experiencia efectuada sobre cuerpos muertos. Y la experiencia de la anatomía se hace en cuerpos recientemente muertos por decapitación o ahorcamiento, al menos para las partes orgánicas internas y para la carne de los músculos, la piel y muchas venas y nervios, especialmente en lo que respecta a su origen, según lo que trata Mondino boloñés, el cual escribió sobre esta anatomía y la practicó muchas veces; y mi maestro Bertuccio obró muchas veces de esta manera”. Chauliac falleció en Lión hacia 1368.

El interés por el estudio del cuerpo humano fue sorteando toda clase de obstáculos hasta alcanzar
plena libertad en la realización de estudios anatómicos en cadáveres. Un ejemplo de esta tendencia lo da el gremio de barberos de Valencia que, en 1478, solicita permiso al rey para que les entreguen una vez al año el cadáver de un ajusticiado para efectuar dichos estudios. Los solicitantes apoyan su petición en la necesidad de conocer a fondo las partes del cuerpo dándoles nombres propios, como ayuda para encontrar las medicinas más aptas a cada enfermedad:
“… e com sia cosa deguda e molt necesaria pertanyent e propia als qui usen viuen e pratiquen en la dita art de Cirugía poder veure, saber, tractar e provehir per los propis ulls aquelles coses ocultes e amagades dins los cossos mundanals…per les quals han aguda clara noticia de les medicines e remeis per los quals pot esser subvengut a tals malalts e necessitat, veent los cossos en les parts de dins com stan organisats e han imposat vocables e noms propis a cascun de aquells…”.

Historia de las autopsias, Amparo Nogales Espert

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