La hazaña emprendida contra un dragón que más influencia ha tenido en los rituales festivos, especialmente los del Corpus Christi, se debe a una mujer, santa Marta, hermana de María Magdalena y Lázaro. Tras huir de Palestina y desembarcar en la costa provenzal, le hablaron de un fiero dragón anfibio, que moraba en un bosque cercano al Ródano y que aterrorizaba a la población. Marta lo encontró y lo roció con agua bendita, consiguiendo amansarlo como a un corderito. Este dragón era llamado el tarascón, y a partir de entonces se denominó con tal nombre el lugar, y allí Marta erigió un convento en el que sería enterrada. Los restos de la santa fueron descubiertos en 1187, y pocos años más tarde se consagró una iglesia sobre su tumba.
Por aquel entonces la Provenza francesa pertenecía a los catalanes. En Tarascón, a mediados del siglo XV, sacaban por el Corpus un monstruo llamado vieja abuela o tarasca, que poseía una gran joroba escamada erizada de pinchos y una cabeza móvil, manejada por un hombre escondido en su interior. Debió ser tan ingenioso el mecanismo —capaz de atrapar los sombreros de los espectadores incautos— que este artilugio fue imitado en otras ciudades. Consta que ya en 1457 salía en Tortosa una bestia procesional con aspecto de tortuga con cuello extensible, conocida como cuca fera, que todavía hoy día interviene, por lo que es tenido como el ejemplar más antiguo de Europa. Por otro lado, en el ayuntamiento de Zamora se sigue colocando en Corpus una tarasca atravesada por la lanza de santa Marta. He aquí un exponente del anti-mito: la doncella vence al dragón.
En estas procesiones era frecuente que se representara cabalgando sobre el monstruo a una bella joven, alegoría de la fe dominando al demonio, pero también podía representar a la meretriz de Babilonia o a una sensual mujer negra, depositarías de los vicios sexuales (en Toledo encama a una lujuríosa Ana Bolena, causante de la pérdida de Inglaterra para el catolicismo). Por tanto, la figura de la mujer en este rítual semi-litúrgico era ambivalente, simbolizando, tanto a la Virtud, que vencía al monstruo, como al Vicio, una réplica o alter ego del dragón infernal. Más adelante se la representó como rídícula y presuntuosa damisela, ataviada con las ropas que se suponía iban a constituir la moda femenina.
Para iluminar su significado inicial, se puede acudir a Galicia. En documentos del siglo XVI se menciona como antiquísima la costumbre de las penlas, a cargo de panaderas y horneras. Estas penlas son niñas ataviadas como ángeles, que se llevan a hombros en la procesión del Corpus, representando la alegría. Un arzobispo de Santiago quiso prohibirlas en l606 «por ser cosa indecente nociva». En Redondela (Pontevedra), hasta 1600 se celebraba una batalla entre san Xurxo —san Jorge— y la Coca —el dragón—, permaneciendo hoy día sólo éste, junto con dos penlas sostenidas por mujeres fuertes (las burras) que no paran de bailar delante del Santísimo. Estas penlas pueden emparentarse con las mayas o reinas de la primavera, y sería posible establecer una relación entre la mujer montada sobre la tarasca y la doncella rescatada por el caballero, siendo esta doncella una reina primaveral (¿y también una maga habitante de las cavernas?). En todo caso, descendiente de arcaicas imágenes míticas, conectadas con la fecundidad.
En la localidad portuguesa de Penafiel (entonces bajo dominio español), una sentencia judicial de 1639 estipula que para el Corpus: «los herreros harán una figura de san Jorge que será un caballero vestido de armas buenas, con una lanza en la mano [...] sobre su hermoso caballo como
siempre fue costumbre», y se mencionan también la figura de san Miguel, la dama do drago (o de
la retorta) y la pella. En la última versión de la danza, san Jorge moría pero era resucitado por el
ángel, y en la conclusión decía la reina: "Demos fin ao baile / de Jorge sagrado / Salvem dos gentíos / a dama do drago!".
siempre fue costumbre», y se mencionan también la figura de san Miguel, la dama do drago (o de
la retorta) y la pella. En la última versión de la danza, san Jorge moría pero era resucitado por el
ángel, y en la conclusión decía la reina: "Demos fin ao baile / de Jorge sagrado / Salvem dos gentíos / a dama do drago!".
El dragón, a pesar de su representación fantástica, era un ser familiar, ya que todos los pueblos grandes tenían el suyo. Su apariencia era la de un gran saurio acuático. Y tanto su nombre gallego coca como el catalán cucafer, se pueden derivar del cocadriz de la General Historia del rey Alfonso X: el cocodrilo. En el claustro de la catedral de Sevilla cuelga del techo un cocodrilo disecado, que se dice fue capturado en 1260. Y hay más iglesias que también alojan cuerpos de saurios del río Nilo que pudieron haber servido como modelos del legendario dragón. Un propagandístico uso de este ser pluri-simbólico se hizo durante el franquismo inicial, cuando la Enciclopedia práctica del párvulo enseñaba la historia como un cuento de hadas, donde el maligno dragón del comunismo fue vencido por ese héroe que era el Caudillo Franco''. A comienzos del siglo XXI, el habitat del dragón no se reduce «al país de las hadas», como sugiere Tolkien, sino que también se encuentra en ritos festivos semirreligiosos y en tan avanzados medios de expresión como el comic, el cine y los anuncios televisivos. Desde King Kong a Godzilla, pasando por el vampiro Drácula, los dinosaurios de Spielberg y los extiaterrestres aliens, una cierta similitud de comportamiento permite agruparlos dentro de la misma esfera de acción proppiana. Por ello, debe seguir siendo una imagen común en los sueños, como constató Jung. Los míticos dragones se conservan bien vivos.
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