viernes, 22 de octubre de 2010

La anatomía de un cumpleaños



El hombre concebido como la especie más privilegiada dentro de la jerarquía animal del universo y a pesar de estar ocupando el peldaño más elevado en la vasta pirámide de los seres animados, es el único exponente que se esfuerza en celebrar repetidamente una vez al año durante todo el transcurso de su vida el desgaste natural impuesto por la vorágine del tiempo a su misma biología. ¡VANIDAD DÉ VANIDADES! que a pesar de todo inyecta estímulo a la egolatría incandescente que acobija en el interior de su cerebro todo humano.


La anatomía de un cumpleaños es tan variable que viene a ser hablando en un lenguaje comparativo, como la fisonomía de dos hermanos gemelos con idéntica constitución genética; son vidas paralelas la una con la otra, pero a la vez distintas en múltiples aspectos. La dosis de vanidad innata que el cumpleañero posea bajo la cubierta de su externo tegumento, el terreno social, económico o político en que a este individuo le corresponda establecer contactos personales para proyectar el efluvio directo de su influencia y en fin el influjo indiscutible de su cultura, de su edad y de .su sexo, imparten al rito ceremonioso de! cumpleaños matices tan diversos y cambiantes, que bien pedemos asegurar, que aún en la secuencia cronológica de una misma persona no existen dos cumpleaños tan siquiera semejantes.


En el juego engañoso de la vida rebajarse la edad después da haber superado los cuarenta, es tan corriente como estornudar cuando pescamos un resfriado y tan natural como la suspensión de la regla cuando una mujer ha salido- embarazada. Es a decir verdad, una modalidad de mentir piadosamente, donde la piedad de la mentira ejerce su mayor impacto en la hipersensibilidad de las membranas auditivas del que con la baraja de su edad está incurriendo en el delito del. engaño oyéndose a sí mismo.


Con frecuencia vemos que a veces no se representa la edad correcta que una persona cronológicamente tiene, ni mucho menos se “cumplen a cabalidad" los años que esa persona afirma guarecer en la intimidad de su inventario. Esto viene a ser en cierto como, como jugar una
partida de poker en la que sabemos con certeza el número significativo de las cartas que el adversario despliega sobre la mesa, pero ignoramos por completo su habilidad especial en el bluff de ocultar el valor verdadero de la carta clave de su juego.


A mi modo de ver las cosas, la euforia que ciertas damas de gran mundo ostentan disfrutar en sus cumpleaños, no debería medirse en ferma exclusivista por su número de años bien vividos; creo sinceramente que deberíamos de tomar mucho más en cuenta, el promedio de sus propias experiencias personales en horas-hombre convividas. Un cumpleaños en la infancia de las hijos obliga en la sensibilidad de todo padre bien nacido, a la motivación propicia e indeclinable de prodigar con sus manos dadivosas la alegría que con justicia todo niño se merece.


Las risas inocentes de los cumpleaños infantiles son sinónimo del papel multicolor que adorna las piñatas y una piñata viene a representar en el pequeño mundo juvenil de nuestro medio, esa olla colgante de barro recocido que ocultando bembones, monedas y confites dentro del hueco frágil de .su panza, vierte al impacto de un rígido garrote en movimiento, esa lluvia jubilosa de sorpresas que los niños invitados se disputan al fragor de una loca arrebatiña.


Cuando se poseen riquezas abundantes y se es joven todavía, el onomástico viene a ser la imagen de una excusa social casi obligatoria para ostentar a los cuatro rumbos cardinales las núbiles primaveras que se cumplen. Todo lo contrario, cuando se es pobre y se ha entrado por la puerta de la senilidad a la edad de los achaques, el cumpleaños es un día gris y silencioso que no pasa de imprimir más que una débil huella en el libro rutinario de la existencia.


En lo concerniente a los aniversarios, la página social de un diario es sin excepciones la más fina hipocresía creada por la imaginación del hombre para pregonar les atributos y cualidades que una persona no posee y los años que no suma, al pie de un fotograbado que por la magia sutil del elogio a sueldo nunca se envejece. Por otra parte, a mi juicio personal considero que el verdadero
diplomático es aquel que acudiendo al tesoro fiel de su memoria logra acordarse oportunamente del cumpleaños de una dama, olvidándose intencionalmente de mencionar la realidad numérica de su edad en esa fecha.


Así las circunstancias, al disecar plano por plano la desnuda anatomía de un cumpleaños con el escalpelo de la observación y con las tijeras de la crítica, logramos poner al descubierto los diversos ingredientes que integran su compleja arquitectura. Recurriendo pues al buen romance, un cumpleaños m a mi entender: El compás cronométrico que mide en forma individual e ineludible, la distancia existente entre el agasajo del presente y el momento aquel en que emergiendo del vientre de una madre hiciéramos nuestro debut en el escenario de este mundo.


El pretexto anual que la mayoría de las mujeres emplean con fina sutileza después de la difícil edad del climaterio, para estirarse las arrugas de sus rostros y para encogerse la suma de sus años. Fecha que sobresale de entre las 12 páginas mensuales de un frío calendario, obligándonos a celebrar el día en que nos ligaron el ombligo y a continuar usándola como una especie de muletilla social que impulsa al festejado a recordarle a sus amigos a que se acuerden bien de él
en ese día. El homenaje tributado con obsequios y postales alusivas, que la generalidad de los mortales, aceptamos con ufano agrado y recompensamos con atenciones, bocadillos y bebidas.


Otro verano más en nuestro haber biológico, que sin buscarlo ni desearlo nos aproxima indefectiblemente a la meta común de la vejez dictada por el péndulo del tiempo. Día simbólico que más allá de los cincuenta abriles ya no debería festejarse, sin embargo, incurrimos en repetir impunemente el desfalco espiritual de quitarle años a la edad que en verdad se tiene, aunque las distintas edades de los nietos más la elocuencia platinada de las canas aseguren todo lo contrario.
La ocasión propicia para conspirar con el motín del autoelogio, publicando en la sección social de los periódicos la. más rejuvenecida de las fotos y propagar con la tinta zalamera de la imprenta las más inverosímiles virtudes.


El trueque festivo por excelencia en el arte de las relaciones públicas; la persona invitada obsequia felicitaciones y regalos "sorpresivos" y el cumpleañero devuelve en un intercambio de conducta complaciente, las gracias entremezcladas enmedio de un continuo desfilar de copas irrigadas con gaseosas y licores. El precio justo que casi toda mujer madura paga por nutrir su vanidad hiperestésica y por robustecer su alter ego al aparentar en su círculo de influencias que aún es joven, a sabiendas que mentir en esa forma no causa el menor daño a quien la escucha. Al fin de cuentas, el aniversario de rememorar la fecha en que nacimos adopta entre las nobles conciencias femeninas vislumbres con aristas especiales. De consiguiente estamos en el derecho justo de admitir, que cuando el torbellino vandálico de la vejez hace su aparición acompañado de las canas mal teñidas y de las arrugas imponibles de ocultarse, restarle años a la auténtica edad acumulada no puede ser jamás un hecho delictivo. Después de todo, en cuestiones de amores y de edades toda mujer profesa con profundo y solidario orgullo una idéntica religión y una universal filosofía!


Los mimos y atenciones tributados a la madre en el día de su cumpleaños, deberían significar dentro de la gratitud de todo hijo una especie de pagaré simbólico, incapaz de amortizar esa deuda gigantesca concebida para siempre con la mujer que fue la autora de nuestros días y sus noches. Cuando el óxido y el peso de las décadas vividas nos doblegan las espaldas, un cumpleaños infantil evoca en la materia gris de la memoria, la satisfacción lejana de una tarde alegremente entretejida en la irresponsabilidad de una niñez fugaz y consentida. Evocación que trae a relucir el esfuerzo de apagar de un solo soplo entre los gritos vivarachos de otros niños, las pocas velas enterradas sobre aquel rico pastel que fuera elaborado por las manos de una madre satisfecha de su cría.


La disección literaria del cuerpo de un cumpleaños ha terminado, cubramos sus complejas estructuras anatómicas y cerremos la incisión externa de su piel, con la puntada final de augurar un feliz aniversario a vosotros socios involuntarios del Club Internacional de la Senectud Irremediable y camaradas sinceros en la causa común de aparentar la edad que no se tiene y que jamás se dice.

3 comentarios:

  1. No sé quien eres, pero eres buenísima...
    Ánimo, sigue así, es un placer leerte.
    Zipi Literario Zape

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  2. No sé quien eres, pero eres buenísima escribiendo.
    Ánimo, sigue así... es un placer leerte.

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  3. ¡Oh! no soy más que una simple recopiladora de lo que otros, sin duda con mayor categoría que la que suscribe, han estudiado. Siempre tienes los textos completos al final de cada artículo con sus autores ;)

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