sábado, 11 de julio de 2009

Poveglia, la isla de los apestados

El odio más irracional suele surgir de los lugares más recónditos del corazón, de sitios que jamás creeríamos tener, ennegreciendo hasta el mismo alma. Igual ocurre con ciertos lugares, sitios en los que un hecho concreto dejó un día atrapados a espíritus llenos de odio que emponzoñaron su tierra, transpirando una maldad absoluta.

Así surgió la historia de la isla de los horrores, Poveglia, una pequeña isla que se encuentra, curiosamente, en el más bello entorno que podamos imaginar: en las lagunas de Venecia, cerca del Lido. Allí, a veces, el rebalaje de las olas es capaz de arrastrar restos humanos carbonizados procedentes de la historia más macabra que podamos imaginar.

Europa sufrió una tremenda plaga de peste bubónica en el siglo XIV, pero hubo lugares donde por falta de ayuda o por su extensión, la situación se hizo más caótica y grave. En el caso de Venecia, su situación geográfica motivó que sus habitantes se vieran prácticamente atrapados como si de una ratonera se tratara. Llegó a tal punto la muerte a tomar las calles venecianas que los cadáveres se amontonaban, el mal olor penetraba en cada piedra, en cada gota de agua de sus canales, en su mismo aire. Finalmente, la autoridad decidió encontrar un lugar donde arrojar los cuerpos infectados, y Poveglia fue el lugar escogido.

Allí comenzaron a trasladarse los cadáveres que empezaron a amontonarse en las fosas donde eran quemados. Mientras, en la propia Venecia, el impacto de la peste asolaba la ciudad que se veía abocada a su perdición mientras el pánico se adueñaba de sus habitantes. Pronto no sólo se llevaron a Poveglia a los cadáveres, sino que comenzaron a recluirse allí a los infectados primero y después a todos aquéllos sobre los que había la más mínima sospecha de enfermedad. En pocos años 160.000 personas acabaron sus días en aquella isla. El corazón de la misma isla, su tierra, se vio mezclado con la capa de restos carbonizados y de los que poco a poco iban muriendo en la isla. Tanto es así que aún hoy día el oleaje de vez en cuando arranca un poco de esa capa de restos.

Pasaron cientos de años y la isla permaneció maldita y totalmente abandonada hasta que en el año 1922 construyeron allí un psiquiátrico. Los locos allí recluidos fueron los primeros en ver extraños espíritus descompuestos que vagaban por Poveglia, pero nadie, por su estado mental, quiso creerlos. Sin embargo, aquel hospital todavía encerraría una truculenta historia. Quien sabe si el mal de la isla influyó de algún modo, pero lo cierto es que el director del manicomio comenzó a experimentar con los pacientes nuevos métodos de curación. Fueron años de lobotomías y trepanaciones hasta que al propio director comenzaron a acosarlo los fantasmas. Asustado y perdida la razón decidió poner fin a sus días tirándose desde la torre del hospital. Aún así, el doctor no falleció en el acto y cuentan quienes estuvieron presentes que una extraña nube de humo apareció de repente y se introdujo en su cuerpo hasta asfixiarlo. Se rumorea que el cadáver del doctor está emparedado en el campanario y que en las noches calmadas, se puede escuchar el tañido de la campana por la bahía.

Aquel fue el final del hospital que hoy día aún permanece cerrado en Poveglia. Pasados unos años, durante los cuales el gobierno italiano restringió el acceso, la isla fue vendida otra vez. Sin embargo el dueño la abandono en 1960 siendo esta la última persona que intentó habitarla de forma habitual. Años más tarde, una familia veneciana quiso comprar la isla para contruirse una casa de verano. Sin embargo, la abandonaron tras pasar la primera noche allí, cancelando la compra y negándose a hacer ningún comentario de lo que habían vivido. Lo único que se hizo público fue que la hija del matrimonio tenia un corte inmenso en la cara que necesitó 14 puntos de sutura.
Desde aquel suceso, salvo los que van a recoger la cosecha de los viñedos allí plantados (pues por la tierra rica en restos orgánicos dan exquisitas uvas), sólo los más atrevidos han osado a aparecer por allí, pero todos juraron no volver, acuciados por los gritos y lamentos que allí dicen oír, y por la abrumadora maldad que todos parecieron percibir. A día de hoy la isla está deshabitada y el turismo está estrictamente restringido. Incluso de vez en cuando, las mareas, destapan los restos carbonizados de los cadáveres de la zona. Múltiples mediums han visitado la isla, pero siempre ha pasado lo mismo, han salido huyendo, con un miedo terrible a lo que habían sentido. Los pocos que han tenido las ganas de visitar la isla han jurado no volver nunca en la vida. Dicen que los gritos y los gemidos que reverberan por son insoportables.

2 comentarios:

  1. Fantástico lugar para unas vacaciones tranquilas.
    Qué prefieres primero, ¿la lobotomía o la visita a San Marcos?

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  2. jiji, como la lobotomía ya la llevo puesta desde casa, casi que visitamos la Catedral y luego según llevemos la peste, decidimos, jiji.

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