martes, 28 de abril de 2009

El Diamante de la Esperanza

El Diamante Hope (también conocido como "Diamante Azul" y "Diamante de la esperanza") es un diamante de color azul marino, con un peso estimado en 45,52 quilates. A simple vista, aparenta tener un tono azul brillante en su superficie, debido a que contiene algunos fragmentos de boro en su interior. Presenta fluorescencia roja a través de la radiación ultravioleta y tiene un valor estimado de 200 a 250 millones de dólares. Con el paso del tiempo, se ha convertido en una pieza legendaria por la supuesta maldición que alcanza a sus respectivos poseedores. Numerosos rumores señalan que es el culpable de las desgracias que les ocurrieron a cada uno de sus dueños. El 10 de noviembre de 1958, fue donado al Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian por el joyero estadounidense Harry Winston, quien lo envió, en un sobre de papel de estraza, por medio del servicio postal nacional. A partir de entonces, forma parte de la colección nacional de gemas del museo.


El Diamante de la Esperanza tiene su origen en el diamante Tavernier Azul, que inicialmente se encontraba en la mina Kollur, ubicada en Golconda, India. El diamante se caracterizaba por tener una forma triangular y un peso de 115 quilates (equivalente a 22,44 gramos). Su nombre se debe al comerciante francés Jean-Baptiste Tavernier, quien adquirió la gema entre los años 1660 y 1661. De acuerdo a la leyenda, el Tavernier Azul fue tallado por una antigua deidad del sol y había sido robado del ojo de un ídolo esculpido en honor a la diosa hindú Sītā. El diamante es legendario por todas las supuestas desgracias que ha alcanzado a sus respectivos poseedores. Dicha maldición es atribuida al hurto de la misma de un templo edificado en honor a la diosa Sītā. El primer poseedor de la joya fue Jean-Baptiste Tavernier, quien donó el diamante original (cuyo peso se estimaba en 115 quilates) al rey Luis XIV de Francia. Después de vender la joya, Tavernier cayó en quiebra y huyó a Rusia, en donde sería hallado muerto de frío, mientras el cadáver había sido devorado por alimañas.


Como se ha señalado previamente, en 1668 Tavernier lo vende al rey Luis XIV de Francia. El joyero real de la corte, Sieur Pitau, lo corta para originar una nueva piedra de 67 1/8 quilates (13,4 gramos). Dicho trozo mineral comenzó a ser conocido como el "Diamante Azul de la Corona" (aunque también se conocía como el "Azul Francés"). Durante algunas ceremonias, el rey solía llevarlo al cuello incrustado en un colgante de oro. En el año 1691, Madame de Montespan, amante del rey, quiso que Luis XIV le obsequiara el diamante. Poco después, cayó en desgracia y murió olvidada en 1707. En el año 1715 el embajador del Sha de Persia visita al rey de Francia, y éste le muestra el diamante, para que viera que el objeto no podía hacerle ningún mal. Luis XIV murió ese mismo año, de manera inesperada. Con su muerte, muchas personas comenzaron a creer que el diamante causaba desgracias a su poseedor correspondiente. El siguiente rey, Luis XV de Francia no mostró mayor interés en la gema y ordenó conservarla en un cofre, aunque en 1749 lo coloca en su Toisón. Tras su muerte, el mineral dejó de usarse como insignia. A su llegada a la corona, el rey Luis XVI de Francia le regaló el diamante a María Antonieta de Austria, para que lo agregase a su colección de joyas. En 1774, ella decidie portar el diamante y, a veces, prestárselo a la princesa de Lamballe. Debido a que Maria Antonieta, su esposo y la princesa murieron en la guillotina, se ha atribuido también al diamante azul el asesinato de éstos.

Durante la Revolución Francesa, en 1792, el colgante fue robado. Uno de los responsables, el cadete Guillot, lo llevó a la ciudad El Havre. Después, lo transportó a Londres con el fin de comercializarlo. Cuatro años después del hurto del mismo, en 1796, Guillot fue encarcelado cuando intentaba venderlo en Lancry de la Loyelle. En 1812, el diamante fue ofrecido en Londres por un joyero a un traficante de diamantes llamado Daniel Eliason, quien cortó el diamante. El rumor de las desgracias atribuidas a la supuesta maldición, concluyó en que lo vendiese rápidamente al rey Jorge IV de Inglaterra. La muerte del rey se atribuye también al uso del diamante, que había sido incrustado en su corona. El diamante permaneció oculto hasta 1820, cuando el holandés Wilhelm Fals lo compra a unos ladrones para cortar la joya en dos. La primera fue adquirida por Carlos Federico Guillermo, duque de Brunswick. Más tarde, el duque cayó en quiebra. La segunda la conservó el holandés. El hijo de Fals optó por robarle la joya a su padre y venderla al francés Beaulieu. Se atribuye al hurto de la joya, la muerte de Fals y su hijo, quien se suicidó tiempo después.

En 1824, el diamante reapareció en el contexto histórico, al formar parte de la colección de gemas de Henry Phillip Hope. En ocasiones, Hope solía portarlo en una fíbula ó se lo enviaba a Louisa Beresford, esposa de su hermano Henry Thomas Hope, quien lo usaba para algunos bailes formales. Tras la muerte de Phillip Hope, acaecida en el año 1839, sus tres sobrinos intentaron obtener la herencia de la colección de gemas de su tío hasta que, diez años después, Thomas Hope la adquirió, incluyendo al diamante Hope. Tiempo después, la colección fue exhibida durante la Gran Exposición de Londres, en 1851, así como en la Exposición Universal de París, en 1855. Sucesivamente, la colección de gemas pasó a ser heredada por cada uno de los descendientes de la familia Hope. Cuando Henry murió, en el año 1862, su esposa Adele heredó las gemas. Tras la muerte de ésta, en el año 1884, la herencia recayó en su hija, Henrietta, quien contrajó matrimonio con el duque Henry Pelham-Clinton. Cuando ambos murieron, le tocó el turno a su hijo Henry Francis Pelham-Clinton Hope, quien recibió su herencia hasta el año 1887. Sin embargo, debido a que sólo estaba interesado en una sola persona para su herencia, estuvo obligado a no vender la colección, sin previo permiso de la corte. El 27 de noviembre de 1894, Francis Hope contrajó matrimonio con su amante, la actriz estadounidense May Yohe. Yohe expresó que ella únicamente había portado el diamante durante algunas reuniones literarias (incluso, decidió crear una réplica exacta para dichas reuniones), aún cuando Hope lo desconocía. En el año 1896, Hope se declaró en quiebra y, como era incapaz de vender el diamante Hope sin el permiso de la corte, su esposa lo apoyó económicamente. Fue hasta el año 1901 cuando, finalmente, Hope pudo vender la gema, mientras que Yohe y él se divorciaron al año siguiente.


Hope vendió el diamante por £29,000 a Adolf Weil, un joyero inglés. Más tarde, éste la vendió al coleccionista de diamantes estadounidense Simon Frankel, quien lo llevó consigo a Nueva York. Durante esa época, en Estados Unidos, el diamante Hope estaba valuado en $141,032 (equivalente a £28,206). En el año 1908, Frankel vendió la gema al francés Salomon Habib por $400,000. Sin embargo, el diamante fue revendido en una subasta, llevada a cabo el 24 de junio de 1909, junto con otras posesiones materiales de Habib. De esta manera, el siguiente poseedor fue el comerciante francés Rosenau, quien lo compró por $80,000. Al año siguiente, Rosenau vendió finalmente el diamante Hope al joyero Pierre Cartier por un monto de 550,000 francos.

El siguiente poseedor del diamante (ya había sido portado por la familia Hope) fue el príncipe Iván Kanitowski. Kanitowski obsequió el diamante a una vedette, a quien días después asesinaron. Los siguientes propietarios de la joya (el griego Simón Montarides, Abdul Hamid II y la familia MacLean) también tuvieron muertes trágicas, la mayoría de ellas aún atribuidas al uso del diamante Hope.


En el año 1911, Cartier decidió comercializar la joya y venderla a la socialité estadounidense Evalyn Walsh McLean, quien inicialmente negó haberla comprado. A pesar de sus declaraciones, la gema fue vista en algunas reuniones que McLean organizó. A su muerte, en el año 1947, el diamante recayó, de acuerdo a su testamento, en sus nietos. Sin embargo, éste tuvo que ser apropiado por otros beneficiarios, puesto que la herencia sólo podría efectuarse hasta que el mayor de ellos cumpliera sus 25 años de edad. Lo anterior significaría una espera de 20 años más. Los beneficiarios obtuvieron el permiso de la corte para venderlo y saldar sus deudas económicas pendientes. En el año 1949, el comerciante estadounidense Harry Winston compró la joya.


Winston exhibió el diamante Hope en su "Corte de Joyas", una colección de gemas expuesta en diferentes museos e institutos de Estados Unidos. A mediados de 1958, Winston optó por realizar algunos cortes geométricos en el diamante, con el fin de incrementar su brillo. Más tarde, lo donó al Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsoniana, el 10 de noviembre de 1958.A partir de entonces, se ha vuelto legendario por la supuesta maldición que alcanza a sus respectivos poseedores. Desde el año 1958, es una de las joyas más visitadas en el Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsoniana.

6 comentarios:

  1. joderrr menuda historia

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  2. Gracias por esta reseña tan BUENA de La historia de esta preciosa joya, MUY BUENA FELICIDADES!! :)

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  3. gracias por la documentacion espero que sea corecta porque si lo es estamos delante del mayor artefacto sobre natural, malefico o con maldicon de toda la historia.

    Dsculpe si he ofendido

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  4. gracias por aver publicado esta reseña historica. es una joya hermosa, pero no me gustaria poseerlo jjaja

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