"...y los murciélagos que nacían noche a noche, a cada puesta de
sol, se han dormido para siempre como ensimismados faquires".
(C. J.
Cela)
"Si dejaba dormir a la razón, caerían sobre él los sueños, sueños
yermos, sueños llenos de monstruos con alas de murciélago y caras de
gato”.
(Goya, L. Fenchtwanger)
El murciélago, con su aspecto de
diminuto diablo vagabundo, es siempre un poco la huidiza representación del
miedo. Su figura de máquina voladora del Renacimiento, su negro e impreciso
color, su penetrante y agrio chillar e incluso su extraña forma de dormir, son
elementos suficientes para que en su entorno se levantara la fábula del pavor y
el artilugio del espanto.
Para la mayoría de las personas estos animales
evocan historias de casas encantadas, cementerios y vampiros sedientos de
sangre. Pero la verdad de estas historias son tan fascinantes como los mitos de
los que se ven rodeados. Los murciélagos, lejos de ser los monstruos de las
leyendas populares, tienen verdaderamente una importancia capital para la vida
de nuestro planeta.
La general aversión que acompaña a estos animales ha
de atribuirse a sus hábitos nocturnos, a su semejanza con los ratones, a su
atemorizadora estructura facial, a la extraña conformación de sus extremidades o
al ámbito siniestro de sus refugios. Su extravagante aspecto ha hecho que la
imaginación popular los convierta en animales de mal agüero, compañeros
inseparables de brujas y duendes.
SIMBOLISMO Y SUPERSTICION
El
murciélago, por su condición de mamífero y volador, sirvió a Pedro para recrear
la fábula en la que estaban los pájaros en guerra con los cuadrúpedos, con la
explicación moralizante de que cualquiera que desea congraciarse con dos bandos
contrarios, acabará por resultar ingrato a ambos. Alusiva a su carácter de
mamífero, es la adivinanza que dice: "Estudiante que estudias filosofía, ¿cuál
es el mamífero que vuela y cría?".
A este mamífero, por su similitud con
el ratón, se le ha llamado ratón volador. En esta característica basa Esopo la
fábula El murciélago y las comadrejas, en la que instruye sobre la necesidad de
adaptarse a las circunstancias y cuya moraleja tiene un matiz político. San
Isidoro dice que es un animal semejante al ratón, emite chillidos y por su
aspecto externo es un ave y un cuadrúpedo al mismo tiempo.
En la
antigüedad el murciélago era símbolo de vigilancia o alerta y se decía que su
ojo protegía contra la somnolencia. En este sentido el mismo Alciato compara el
murciélago con un discípulo de Sócrates que, por estudiar y trasnochar para sus
estudios, llegó a perder el color y se puso macilento y amarillo. La lección que
debemos extraer es que no se pueden realizar tareas sin un trabajo dedicado y
constante. Según el Libro de las utilidades de los animales, cuando se pone la
cabeza de este animal en una almohada bajo la cabeza de un hombre, éste ya no
duerme.
Eliano recoge la creencia de que un simple toque de los
murciélagos hace hueros e infecundos los huevos de las cigüeñas y para evitarlo
llevan hojas de plátano a los nidos; así, cuando se acercan a ellos se quedan
paralizados e imposibilitados de hacer ningún daño.
Para los griegos el
murciélago era un animal híbrido, de aspecto siniestro y fantasmal. Fue
considerado símbolo de inteligencia seguramente por su habilidad para volar por
la noche sin tropezar con los obstáculos. Por su condición híbrida, descrita en
los libros de Historia Natural, se le ha atribuido el simbolismo de la
hipocresía. También contribuyó a este significado la fábula etiológica de Esopo
titulada "El murciélago, la zarza y la gaviota".
Junto a las rapaces
nocturnas se les ha bautizado como los señores de las tinieblas. En una de sus
fábulas Esopo comenta que, como la lechuza y otras aves nocturnas, huye de la
luz del día porque cometió un delito y desea ocultarse; en este caso simboliza a
los que se esconden de los acreedores. Alciato, en su emblema LXII, dedicado al
murciélago, que aparece al atardecer, sirve para designar a los hombres de mala
fama, que no salen de casa ni a lugar público por temor a la justicia, a los
filósofos que están ofuscados y sólo ven falsedades y a los astutos que hacen
obscuros manejos y no tienen crédito en ninguna parte (Fig. 1). Según Marino
Ferro en algunas obras de inspiración germánica es atributo de la envidia, pues
lo mismo que el murciélago no vuela más que al caer la noche, los envidiosos
trabajan en la sombra y no se muestran a plena luz. Piero Valero asocia la luz
con la sabiduría, mientras que las tinieblas en las que realiza su actividad el
murciélago, representan la ignorancia.
En muchos bestiarios medievales se
afirma que allí donde los murciélagos se deciden por una estancia prolongada, se
sujetan unos a otros y forman grandes racimos, una especie de recíproco servicio
de amor como sólo raramente puede encontrarse en los humanos. Esta actitud
elogiosa no logró imponerse en la creencia popular.
Una antigua superstición estaba arraigada en algunas comarcas rurales donde
había la costumbre de clavar murciélagos en las puertas para la protección
contra demonios nocturnos y maléficos. Gotas de sangre de murciélago bajo la
almohada de una mujer le aseguraban la bendición de tener hijos. Se tenía al
murciélago gran simpatía como remedio contra las plagas de hormigas, langostas y
la mordedura de serpientes.
En occidente se le considera como una
criatura siniestra que presuntamente se enreda en los cabellos de los seres
humanos. En Soria, cuando entra un murciélago en una casa, creen que va a morir
uno de la familia; si se posa sobre algún familiar, el muerto será él. En
Cantabria se decía que eran criaturas sietemesinas de diablos que esperaban en
el crepúsculo a las brujas para acompañarlas a Cernégula (Burgos) cuando estaban
colgados de alguna viga. El odio del vulgo a estos animales se explica porque lo
suponían una forma de transmutación de las brujas y sabían del uso que de ellas
se hacía. Señalar que en la misma región, de esta criatura noctivaga, se recoge
la curiosa adivinanza que indica la postura adoptada al cobijo de algún
alero.
"Sin plumas vuela y cabeza abajo duerme".
Amades menciona
la creencia de que cuando los murciélagos vuelan alejados de zonas pobladas, es
señal de buen tiempo, puesto que, cuando la temperatura es baja, nunca se alejan
de los núcleos de población. También se cree que cuando vuelan en abundancia y
por la noche anuncian buen tiempo.
En muchos pueblos españoles,
especialmente castellanos, tienen la costumbre supersticiosa de clavar detrás de
la puerta un murciélago que haya entrado en la casa, porque se considera un
amuleto de buena suerte.
En la fauna, hay animales para los que existe un
nombre objetivo, pero a los que se les atribuyen características reales o
imaginarias, muchas veces heredadas de supersticiones y miedos atávicos, que
translucen creencias en los nombres que reciben. La expresividad maléfica del
murciélago se manifiesta en la tradición de algunos lugares de la geografía
gaditana con denominaciones como diablillo y pajarito del diablo. Sin embargo,
en el folklore popular el nombre de murciélago es una denominación jocosa para
personas trasnochadoras.
Los fenómenos celestes y las constelaciones
ocupan un lugar selecto en los mitos etiológicos de América del Sur. Así, entre
los bakairi es creencia muy difundida que los eclipses están causados por
inmensos murciélagos que esconden el cielo con sus alas.
Para los indios
zuni los murciélagos son anunciadores de la lluvia. En un mito de los indios
chami, el héroe mítico Aribada mata el murciélago Inka, para apoderarse de su
poder de adormecer a sus víctimas.
En la mitología Yanomami, Murciélago
se desplazaba de un lugar a otro y resucitaba a los Yanomami que estaban
muertos. Acudía junto a aquellos a los que afligía un duelo e incluso tenía el
poder de hacer revivir a los niños cuyo cadáver ya olía mal. Cuando quería hacer
recobrar la vida a un muerto, deslizaba los dedos a lo largo de las cuerdas de
la hamaca donde yacía el difunto y suavemente le palpaba recobrando la
vida.
Según Lévy-Straus, de forma general, los mitos asocian estos
animales con la sangre y los orificios corporales. Así los Kogis de la sierra de
Santa Marta (Colombia) conciben una asociación entre el murciélago y la sangre
menstrual. ¿Te ha mordido el murciélago? se preguntan las mujeres para saber si
una está indispuesta. Los jóvenes dicen de una muchacha núbil que ya es mujer,
puesto que el murciélago la ha mordido. También en la mitología de los Kogis, el
murciélago es el primer animal de la creación, producto del amor incestuoso
entre el sol y su hijo.
En Tikopia (Polinesia) la gran mayoría de
especies se asocian con seres sobrenaturales. Los indígenas cuentan que cuando
un hombre sorprende a un murciélago que come frutos en su jardín o que roe una
nuez de coco, si es una persona prudente, no busca matarlo, pero se contenta con
hacerlo huir, rezándole bajo el nombre de Pu (antepasado), en el momento que
alza el vuelo batiendo las alas, para ir a buscar su alimento a otra parte. Se
trata con miramiento, por miedo de que no sea más que un atua (espíritu)
disfrazado de animal, pues no le perdonará tratarlo brutalmente y se vengará
volviendo continuamente a robar su fruta.
En África, según una tradición
iniciática peúl, el murciélago reviste una doble significación. Por un lado es
la imagen de la perspicacia ya que ve incluso en la obscuridad cuando todo el
mundo está sumergido en la noche. Por el otro es la figura del enemigo de la
luz, del extravagante que hace todo a contrapelo y que ve todo al revés como un
hombre suspendido por los pies.
Cuenta Frazer que en algunas tribus de
Victoria (Australia) el murciélago pertenece a los hombres, que le protegen de
todo daño, aunque tengan que matar a la mitad de las mujeres para su seguridad.
La celosa protección se basa en que el hombre cree que su propia vida, la de su
padre, hermanos, hijos y demás parientes, está ligada con la de los murciélagos
particulares y que, protegiendo la vida de este animal, protege la de todos sus
parientes masculinos tanto como la suya propia.
Es posible que las grandes poblaciones de murciélagos inspirasen a nuestros
antepasados a venerarlos como símbolos de fertilidad. Así, en Australia eran un
tótem sexual para los aborígenes. En algunas zonas de México, las mujeres
embarazadas continúan visitando las cuevas habitadas por los murciélagos
portando ofrendas para pedir un parto fácil como el de estas
criaturas.
HECHIZOS Y REMEDIOS MAGICOS
El médico Arnaldo de
Vilanova escribió un tratado sobre los hechizos que ofrece numerosos remedios
para la impotencia causada por la magia y señala que la brujería es ocasionada
por una inscripción con caracteres escritos con sangre de murciélago.
La
obra más famosa de magia astral fue un texto árabe conocido en occidente como
Picatrix y traducido al castellano a instancias de Alfonso X el Sabio. En ella
se ofrece una lista de sustancias mágicas con propiedades maravillosas, entre
las que figuran el cerebro de abubilla y la sangre de murciélago.
A los
murciélagos se les han atribuido poderes naturales. Así, las brujas de las
diferentes razas primitivas las utilizaban como parte de sus amuletos y los
brujos Ndoki se servían de ellos para volar. También en los preparativos del
aquelarre, para empezar, se preparaba el ungüento o grasa de las brujas en cuya
composición entraba sangre de abubilla y de murciélago, polvo de campana y
hollín. En todas las épocas han existido recetas y fórmulas destinadas a curar.
Así, el Libro de las utilidades recomienda la bilis del murciélago mezclada con
espinas de serbal y si se echan gotas en el ojo corrige la hemeralopía. Los
antiguos egipcios, para la irritación de la córnea, prescribían un remedio a
base de estiércol de murciélago, pues es rico en vitamina A y es también un
excelente antibiótico que se corresponde con el tratamiento moderno. Y si se
frota la frente de una mujer a la que le resulte difícil parir, dará a luz. Si
una persona se unta la parte inferior de los pies con su cerebro, prolonga la
duración de su coito. Su excremento mezclado con arsénico y vinagre agrio, y
untado en el cuerpo después de la depilación, hace que no salga pelo. Los
eruditos recopilaban este saber popular y codificaban esas fórmulas eternas.
Este es el caso de Alberto Magno con su obra de vulgarización "Gran Albert",
donde se habla de secretos maravillosos y naturales. Los libros de los antiguos
doctores árabes contienen numerosas prescripciones que utilizan animales
completos o partes de los mismos y los charlatanes medievales de Europa los
incluían frecuentemente en sus curas. Binger menciona una receta poco amante de
estos animales. Cuando alguien padece de ictericia, debe ensartar el murciélago
con cuidado para que permanezca vivo y luego atarlo con su espalda contra la
suya. Después, debe atárselo sobre el estómago, hasta que muera.
Se
trataba de que el animal pudiera sacar la enfermedad del cuerpo del paciente y
atraerlo hacia el suyo. En la India se venden todavía murciélagos en bazares
para fines médicos. Se les quitan sus pieles frescas y se aplican a las partes
enfermas del cuerpo. En el folklore cubano, sus huesos, en polvo, mejoran la
vista debilitada, y se ve en la oscuridad. Si a un niño se le da a comer uno,
jamás se embriagará cuando sea hombre. También es un remedio eficaz contra la
epilepsia cuando la Luna está en menguante.
En la tragicomedia de
Lisandro y Roselia se dice que la Celestina utilizaba en los hechizos
erótico-maléficos todo un conjunto de porquerías que iban desde tripas de
alacrán y cangrejo, hasta sangre de murciélagos, estiércol de lagartos, huevos
de hormigas,...
DIOSES O DEMONIOS
No podemos saber la idea que el
hombre primitivo tenía de este vecino cavernícola, pues, aunque vivía en las
mismas cuevas, no lo representó en sus pinturas rupestres. Las primeras noticias
sobre el murciélago nos llegan, a través de la Biblia, donde se le muestra como
animal impuro y es considerado como encarnación del demonio al que en numerosas
ocasiones se le representa con alas de murciélago (Fig. 2). Moisés los
consideraba impuros y prohibió a los israelitas que los tocaran. Este quiróptero
está incluido entre las "aves abominables" del Levítico (11, 19), pese a su
carácter mamífero, según el simplismo de la clasificación zoológica mosaica.
También lo encontramos en Isaías (2, 20): "Aquel día arrojará el hombre a sus
ídolos entre topos y murciélagos".
En Europa se temió con frecuencia a
los murciélagos, que fueron relegados a la sombra de lo sobrenatural, pero para
algunas civilizaciones formaban parte del orden natural de las cosas.
La
mitología maya honraba a un murciélago en su panteón de deidades: el dios Zotz.
Se representaba como a un humano con la cabeza y las alas extendidas de los
murciélagos y lo reverenciaban sacrificándole animales y llevando tamales y
flores. Los mayas lo consideraban como el dios del Mal, y ahora sabemos que ya
desde entonces tenía capacidad de transmitir la rabia; no se ha podido comprobar
su presencia en los restos humanos que han llegado a nuestros días.
Evidentemente, todo indica que ese temor que sentían y la adoración que
profesaban al vampiro estaba íntimamente relacionado con la presencia de rabia,
pues en el Popol-Vuh se hacen referencias directas de que eran transmisores de
esta enfermedad. Pueden observarse imágenes de esta figura en columnas de
piedra, jeroglíficos y jarrones de arcilla que fueron hallados en las
excavaciones cerca de los templos de hace 2000 años.
Thompson, uno de los más prestigiosos investigadores sobre la cultura maya,
cuenta algunos de los dichos populares. Uno de ellos es que, cuando una persona
no puede recordar lo que iba a contar, es que "el murciélago se ha llevado su
historia".
En el Popol-Vuh, se dice que el cuarto lugar de castigo en
Xibalbá era la casa de los murciélagos, en donde había muchos de ellos
encerrados que chillaban y revoloteaban constantemente, una de las regiones
subterráneas que es necesario atravesar para alcanzar el país de la muerte. Es
igualmente la divinidad de la muerte para los mejicanos, que lo asocian al punto
cardinal norte y lo representan a menudo combinado con una mandíbula abierta, a
veces reemplazada por un cuchillo de sacrificio. Parece tener igual función para
los indios tupi-guaraní del Brasil, y para los tupinamba el fin del mundo será
precedido por la desaparición del sol devorado por un murciélago. Los mayas lo
representan con ojos de muerto y lo nombran "aquel que arranca cabezas". En el
códice Vaticano b aparece un personaje con un disfraz de quiróptero,
posiblemente un vampiro, ya que el cuerpo del animal es rojizo y lleva en sus
manos sendas cabezas de las que emanan chorros de sangre. Como el vampiro es el
único animal que chupa sangre de los seres vivos, ello hace pensar que este
animal se asoció con los sacrificios cruentos.
La importancia de los
murciélagos y vampiros en el pensamiento mesoamericano se advierte en que un
pueblo del estado de Chiapas adoptó el nombre de tsotsiles "hombres
murciélago".
Su condición de animal nocturno ha servido para incluirlo
entre los animales satánicos. Pero, además, su figura, como la del diablo, se
asemeja a una pequeña caricatura humana. Según Baltrusaitis, las primeras
representaciones del Diablo con alas de murciélago son del siglo XIII. En la
antigua Roma, el divino Basilio escribió: "el murciélago por naturaleza está
relacionado con el demonio". En el período Barroco también se le consideraba el
símbolo del anticristo y por tanto del demonio. Esto explica por qué el arte
cristiano representa al demonio y a su séquito infernal con las alas de
murciélago, mientras que a los ángeles se les muestra con alas de
pájaro.
Algunas personas los temen por ser compañeros del diablo, otros
por ser emisarios de la muerte (Fig. 3). Han recibido nombres tales como ratones
voladores, aves sin lengua, rata de la suerte, ave de las brujas y arranca
pelos.
EL VAMPIRO: CRIATURA FANTASTICA
El mito más vinculado a la
imagen del murciélago quizás sea el del vampiro. Se introdujo en la leyenda
moderna cuando los exploradores de la América Central descubrieron un murciélago
con horribles costumbres alimenticias. A este desafortunado murciélago se le ha
asignado el papel de villano en las historias de terror tradicionales. Se
encuentra en el folklore de todos los países y en la literatura con el célebre
Drácula de Bram Stoker se fijó en la imaginación popular. A través del cine se
mantiene la creencia de que sólo buscaban el momento en que la víctima empezaba
a dormirse para morderla en el cuello y tomar la sangre de sus venas, lo cierto
es que muerden en cualquier parte del cuerpo. La idea de un murciélago
demoníaco, capaz de chupar la sangre de hombres y mujeres dormidos en la
cubierta de los barcos, tiene su origen en los relatos de viajeros que
regresaban del Nuevo Mundo.
En el continente americano existen tres
especies pertenecientes a la familia Desmodóntidos que se alimentan de la sangre
succionada a animales, incluido el ser humano. La gravedad de su mordedura
reside en la transmisión de enfermedades a través de la saliva. La extraña
sintomatología producida por algunas de ellas, como la rabia, inducían en las
mentes de la época la creencia de posesiones diabólicas en quienes la sufrían.
Francisco de Montejo, conquistador de Yucatán, fue uno de los primeros en sufrir
las consecuencias, ya que sus caballos murieron de una enfermedad que entonces
se atribuyó a la hemorragia que causaron las mordidas de los vampiros. Pero casi
seguro que perecieron porque se les transmitió el desaforado mal de la
rabia.
Ciertos relatos sobre murciélagos vampiros chupadores de sangre en
Sudamérica contribuyeron, incluso en Europa, a que se considerase como criaturas
terroríficas a los murciélagos, inofensivos y exterminadores de
mosquitos.
Un ilustrado como Rousseau daría pábulo a la veracidad de la
historia de los vampiros, aduciendo la existencia de informes oficiales, el
testimonio de personas solventes, como médicos, teólogos y juristas. La
Universidad no fue ajena al interés suscitado por la enigmática figura del
vampiro. Desde finales del siglo XVII hasta mediados del XVIII, un cuantioso
número de monografías, tesis y tratados académicos, surgidos en su mayoría en
ambientes universitarios de la ciudad de Leipzig, se encargaron de analizar la
rara naturaleza de estas extrañas criaturas. La conclusión de Feijoo acerca de
lo que se cuenta de vampiros no puede ser más clara: "todo es patraña, ilusión y
quimera". El vampiro es producto de la ofuscación colectiva de las mentes, que
es aprovechada en muchas ocasiones por gentes sin escrúpulos. Si la creencia en
el vampirismo, aunque intensa, fue efímera, no puede afirmarse lo mismo de su
atractivo literario, que ha seducido desde su aparición a poetas y
narradores.
La actitud crítica de Feijoo hacia la tétrica imagen del vampiro sería
aprovechada por José Cadalso para zaherir a ciertos escritores apegados al
pasado, que aún creían en esos seres fantásticos que atormentaban la imaginación
popular.
GENESIS DE LOS MURCIELAGOS
Amades, mediante relatos
fantásticos, trata de explicar el origen de los murciélagos y por qué no son
animales con plumas ni con pelos. Cuenta cómo un ratón subió a un campanario
donde la golondrina había hecho su nido y le pidió protegerlo durante unos días
y que le ayudara a empollar sus huevos, pues acababa de perder a su pareja. El
ratón aceptó y cuando los huevos eclosionaron salieron, en lugar de golondrinas,
murciélagos, es decir, mitad ratón y mitad pájaro. La golondrina murió de
vergüenza. El rey de los pájaros se encargó de los pajarillos, pero les obligó a
vivir de día en las grutas y lugares escondidos. No podían salir más que de
noche, para que nadie los viera y que la vergonzosa aventura de la golondrina
permaneciera en secreto. En otro cuento narra la guerra entre los animales con
pelo y los animales con plumas; el murciélago, que era un pájaro se pasa al
enemigo, viendo que los suyos eran pisoteados. Pero los animales con pelos le
trataron como un bastardo y juzgaron que era indigno de su tropa. Muy
avergonzado, el murciélago no quiso jamás salir a pleno día cuando el sol
brilla.
Una de las fábulas de Esopo nos cuenta que en el pasado los
murciélagos fueron aves que deseaban convertirse en seres humanos; desarrollaron
dientes y pelos pero el resto de su morfología permaneció sin variaciones;
avergonzados por su aspecto, decidieron salir sólo por la noche.
Ruiz
Alarcón recopiló el mito del origen del murciélago que lo relaciona con
Quetzalcóatl. Un día estaba lavándose Quetzalcóatl cuando tocó con sus manos su
miembro viril y echó de sí la simiente que arrojó encima de una piedra y allí
nació el murciélago, el cual fue convertido en mensajero de los
dioses.
Una leyenda shuar cuenta que los animales y las aves estaban en
guerra. Los primeros fueron a llamar a Jeencham (murciélago) para que luchara
con ellos contra los pájaros. Le decían para persuadirlo: "Tú eres de los
nuestros", y él les respondía: "No, yo no soy animal, soy pájaro, vean que tengo
alas como los pájaros". Otra narra que Etsa le dijo a Jeencham: "Toma una mujer
y arréglate". Caminando, sintió que despedía un olor exquisito y se puso la
mujer en la nariz, por eso se le quedó chata y se convirtió en
murciélago.
ARTE Y HERALDICA
El murciélago está frecuentemente
representado en la escultura gótica española en las sillerías de coro de las
catedrales de Yuste, Astorga, León y Sevilla, en las que aparece con sus alas
membranosas extendidas.
En la iconografía del Renacimiento, ilustrando
viejas leyendas, el murciélago, único ser volador que posee mamas, simbolizaba a
la mujer fecunda y quizás con este sentido, puedan interpretarse las tallas de
Astorga y Yuste. Se le ve junto a Artemisa, la diosa de numerosas mamas que, aun
siendo virgen, protegía el nacimiento y el crecimiento.
El diablo, como
ángel caído, está dotado en el arte de alas de murciélago, ya que él, como este
animal, teme la luz. Representa con este atributo la personificación de la
envidia, que no se atreve a manifestarse a plena luz del día; o también la
propiedad del murciélago es que la luz lo ciega, como a las personas rencorosas
que no pueden soportar la mirada de otras. En cuadros de aquelarres casi nunca
faltan murciélagos.
Uno de los más enigmáticos grabados goyescos Mucho
hay que chupar refleja la truculenta imagen del que vive a costa de la sangre de
los otros, referida casi siempre a los representantes de la España absolutista.
Para ello Goya aprovechó ciertas particularidades que se contaban sobre los
vampiros como punto de partida para su simbólica composición. El pintor se sirve
de la concreción del animal repugnante que muestra similares hábitos
alimenticios a los que viven a costa de la sangre ajena, encarnada en la
siniestra figura del vampiro, que es la metáfora utilizada para denostar
prácticas abortivas y actividades de celestineo y rufianería (Fig.
4).
Leonardo da Vinci, genial pintor y científico, percibió a los
murciélagos de forma diferente a la mayoría de la gente. En los planos de
construcción para su máquina voladora observó que el patagio de este animal
podía servir como modelo. Uno de sus dibujos muestra claramente que la forma de
las alas y las estructuras que las mantenían muestran cierta similitud con sus
extremidades.
En la Melancolía I de Durero, un grabado sobre metal de
1514, se representa la imagen sentada de una mujer con un perro dormido y toda
una serie de objetos geométricos y de trabajo. Al fondo, sobre un paisaje
iluminado por una extraña luz, un murciélago porta la cartela con el título del
grabado (Fig. 5). Según Panosky, la imagen del murciélago simboliza el ocaso que
está mágicamente iluminado por el fulgor de fenómenos celestiales, que hacen que
el mar del fondo se tiña de fosforescencia, mientras el primer término parece
estar alumbrado por una luna alta en el cielo que arroja sombras profundas. Este
crepúsculo fantástico más que basarse en condiciones naturales, denota el
crepúsculo extraño de una mente que no puede arrojar sus pensamientos a la
oscuridad ni sacarlos a la luz.
En la antigua China y Japón, el murciélago se consideraba como símbolo de buena
suerte, primordialmente a causa de que su nombre (fu) significa murciélago,
además de buena fortuna. Un talismán típico es un medallón que representa a un
árbol con raíces y ramas como símbolo de vida. El árbol está rodeado de cinco
murciélagos pintados de color rojo, que significan asimismo muchos bienes de
fortuna, como la longevidad, riqueza, salud, amor a la virtud y muerte natural
(Fig. 6). A menudo se representaron magos amistosos que de un jarro dejan salir
revoloteando cinco murciélagos.
El murciélago, que goza del aprecio de
los valencianos, es un animal heráldico, que figura en la cima de la corona del
escudo de la ciudad de Valencia. Históricamente ha desempeñado un papel
destacado como lo atestigua su presencia coronando los escudos de armas de los
Reyes de Aragón, Valencia, Mallorca y Barcelona, y Condes de Barcelona y Urgel.
Se cuenta que el rey Jaime I el Conquistador descubrió, durante el sitio de la
Valencia morisca, que un murciélago había anidado en la cúspide de su tienda de
campaña y entendió que auguraba un signo de victoria. Una noche se oyó batir el
tambor. En pie el ejército pudo rechazar un ataque por sorpresa de la morisma.
Identificado el murciélago como el autor de la alarma el rey quiso premiarlo
colocándolo sobre la corona de su blasón. El murciélago que el rey Jaime I
habría atribuido como emblema de Valencia desde la conquista de la ciudad no es
más que una leyenda. Sánchez Guarner afirmaba que era necesario ver el origen
del animal heráldico de Valencia en el dragón alado inspirado del Apocalipsis,
utilizado por los reyes de Aragón como cimera y reinterpretado por la
imaginación popular como un murciélago. En 1610 el cronista Gaspar Escolano
retomaba la profecía de Arnau de Vilanova Vae mundo in centum annis (1297-1301)
por la cual se prometía a su soberano que haría la conquista de Jerusalén y
hacía un largo desarrollo retórico sobre las virtudes del murciélago, devorador
de mosquitos moros, símbolo de la ciudad y del rey de España. Esto no explica
más que el origen escatológico del murciélago en la profecía de Arnau, muy
anterior al dragón alado en las armas del rey de Aragón. Las profecías
bizantinas y sarracenas de finales del siglo XII y principios del XIII
anunciaban la llegada inminente a Constantinopla, a Egipto y Tierra Santa de un
rey rubio de occidente y la ruina de los musulmanes. No debe extrañar que el
visionario Arnau de Vilanova, al servicio de la casa imperial de Aragón, haya
transformado en profecía, fundada sobre un bestiario apocalíptico, el "vesper"
en vespertilio, imagen de su soberano según Milhou.
Como todas las
criaturas nocturnas, el vulgo de todas las épocas ha relacionado al murciélago
con brujas y prácticas diabólicas. Estos mamíferos voladores han sido temidos y
adorados, estudiados y medidos, pero cuando los comprendamos mejor dejarán de
parecemos seres sobrenaturales.
No podemos finalizar este artículo sin
recordar la imagen poética que el escritor argentino Mújica Laínez, evoca en su
novela histórica Bomarzo sobre este singular animal: "Una angustia
indescifrable, honda hasta las lágrimas y el escalofrío, pero alucinante de
tenebrosa hermosura, cuando la noche brotaba como un vaho de los secretos cursos
de agua, en el aletear de los murciélagos persiguiéndose y llamándose con áridos
gritos de pájaros, cual divinidades furtivas".
MURCIELAGOS: PRINCIPES DE LAS TINIEBLAS-CHARRO GORGOJO, Manuel Angelhttp://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=1718
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