miércoles, 17 de noviembre de 2010

Huevos de Pascua

Se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras el duro invierno, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur y empezaban a poner huevos, de los que se alimentaban los hombres hasta que podían volver a cazar con la llegada de mejores temperaturas. El hecho de asociar el huevo a la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fértil por excelencia, hace que se establezca por toda Europa como símbolo de la Pascua.

Uno de los primeros ejemplos de estos huevos aparece en la jarra de vino etrusca de Tragliatella (aprox. 700 a. C.). Allí se representa el día de la muerte ritual del rey. La diosa Luna (en este caso Pasífae) sale a su encuentro con un brazo extendido y le ofrece una manzana, que es su pasaporte para el Paraíso. Sin embargo, el rey muestra como un contrahechizo de la manzana un huevo, el huevo de la resurrección. La pascua era la estación en que se realizaban las danzas "Ciudad de Troya" en los laberintos hechos sobre el césped en la Gran Bretaña prehistórica y también en Etruria. En el frente de la jarra hay un dibujo laberíntico que se encuentra no sólo en ciertas monedas de Cnosos, sino también en los intrincados dibujos hechos en el césped y que hasta el siglo XIX pisaban los escolares británicos en la Pascua de Resurrección. Un huevo sagrado etrusco de traquita negra pulimentada, encontrado en Perusa (Italia), con una flecha en relieve a su alrededor, es este mismo huevo sagrado.

En el judaísmo el huevo de Pascua aparece en el Séder pascual, es decir, en la Cena de Pascua, como símbolo del duro corazón del faraón Ramses II, que no permitía salir al pueblo hebreo de Egipto. La tradición cristiana enlaza también la idea de huevo-corazón cuando habla de que el corazón sagrado de Cristo quedaría encerrado en un recipiente con forma de huevo del que María Magdalena sería guardiana.

Estos huevos en la Edad Media simbolizan la nueva vida y a Cristo emergiendo de la tumba. Una tradición ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio. En presencia del emperador romano Tiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó:«¡Cristo ha resucitado!». El emperador se rió y le dijo que eso era tan probable como que el huevo se volviera rojo. Antes de que acabara de hablar el huevo se había vuelto rojo. En Medio Oriente todavía se siguen intercambiando huevos carmesí, para recordar la sangre de Cristo. La Fiesta más importante del calendario de la iglesia ortodoxa rusa es la Pascua. Se celebra con tres besos y el intercambio de huevos de Pascua. En 1885 el zar Alejandro III encarga un huevo de Pascua para su esposa, la emperatriz María Fyodorevna. El huevo recordaba a la patria de la emperatriz, Dinamarca, ya que el joyero se había inspirado en un huevo de pascua que se encontraba en las colecciones reales danesas y tanto agradó a la zarina que el zar ordenó que Peter Carl Gustavovich Fabergé fabricara un huevo de Pascua cada año para la zarina, estipulando solamente que el huevo fuese único y que encerrase una sorpresa. De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera, se conservan 61.

Entre los siglos IX al XVIII, la iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cueresma, por considerarlo equivalente a la carne, por lo que la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos y poderlos consumir el día de Pascua de Resurrección. De este uso derivó la práctica de decorar profusamente los huevos. Aunque parece que la práctica de huevos ornamentales era principalmente elaborada por clases altas o de recursos, se difundió a decoraciones más sencillas, como con el empleo de hojas de árbol para crear patrones sobre el cascarón. El intercambio de huevos se hacía con huevos de tortuga a los que se trataba la cáscara mediante diferentes procesos para decorarla. La costumbre de esconder huevos pintados en los jardines de las casas simboliza la persecución de Jesús por parte de Herodes y los engaños puestos por Dios para evitar ser encontrados.

En la actualidad, la tradición continúa con algunas variaciones. En Europa se mantiene la costumbre de adornar huevos con teñidos y pintados. El comercio y la modernidad por su parte se ha encargado de incorporar los huevos de chocolate, y los huevos de plástico para ser llenos de dulces, y que según la leyenda son escondidos por el conejo de Pascua para que los niños los busquen, y por consiguiente, los encuentren y se los coman. En Argentina y Uruguay, se conserva la tradición de regalar huevos de Pascua decorados artesanalmente con glasé multicolor o bien en chocolate. Los armenios los vacían y los decoran con imágenes de Cristo y de la Virgen. En Polonia y Ucrania por Pascua crean huevos con cera fundida y trabajada posteriormente sobre la cáscara.

2 comentarios:

  1. ¡¡¡¡Me encanta!!!! de verdad, qué cosas más curiosas nos descubres. ESo sí, tendré que mantener una charla con Tiberio, no se puede ser tan crédulo...

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  2. Sí, yo tampoco conocía la historia y aunque no lo creas, dí con ella catalogando unos dibujos sobre María Magdalena....

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