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lunes, 13 de septiembre de 2010

La Gorgona y su triple poder mágico

La figura de Medusa, y sobre todo su cabeza, tenía una gran potencia preservadora, igual al poder de su fascinación. En Grecia se la situaba, por ejemplo, en el templo de Atenea Pollada de Atenas, y un cierto número de figuras parecidas estaban dispuestas alrededor del templo de Apolo en Delfos. La vemos también en los frontones de los templos, como en el Artemision de Corcira y otros. La fe en este talismán estaba tan enraizada y propagada por todo el mundo antiguo que se encuentra la efigie de Gorgona con el mismo significado al menos desde la Grecia arcaica, y tal vez antes, hasta el Bajo Imperio romano. Los antiguos, particularmente los militares, y sobre todo los emperadores romanos y sus soldados, estaban convencidos de que alejaba los peligros, por lo que sus representaciones son muy numerosas y variadas, formando parte de los adornos habituales en las prendas militares, pero sobre todo, como ya dijimos, en carros de guerra, corazas y escudos, como vemos en el de uno de los guerreros del carro de bronce de Monteleone, en el que figuran una máscara de felino y una Gorgona.

Al parecer se creía que cuanto más terrible fuese la expresión de la máscara representada, más grande era la energía protectora que de ella derivaba. Así, la hemos visto pintada, dibujada, esculpida o cincelada en toda clase de objetos: rostros exentos para colocar en los edificios, tumbas, sarcófagos, vestidos, armas, vasos, copas, monedas, paramentos, placas. También se llevaba colgada al cuello como amuleto y de la misma forma se entiende su presencia en las joyas, aunque un breve estudio tipológico diferencia enormemente las piezas griegas y etruscas, más antiguas, que buscan más la fealdad y el horror de la mueca que las piezas romanas, más modernas generalmente, cuyas representaciones de Gorgona parecen acentuar más el patetismo de su destino que el valor apotropaico de la máscara horrorosa y fiera del monstruo mitológico.

Pero más o menos bella, horrorosa o sólo simbólica, la cabeza de la Gorgona era, en la Antigüedad, un signo escatológico y apotropaico, un símbolo de inmortalidad y protección que se situaba en numerosos lugares, pero sobre todo en los sarcófagos y en las tumbas, como protección contra los peligros desconocidos del Más Allá. Además, según la leyenda ampliamente difundida en la Antigüedad, la cabeza de Gorgona daba la victoria a todo aquel que la poseía, como a Perseo, y, por extensión, a quien llevaba su representación. Tal vez por eso a veces la encontramos en el centro de la coraza de las estatuas. Y así, era la figura principal de la Égida de Minerva, base mágica de su poder y su fuerza, la que le permitió dar a Zeus la victoria sobre los Gigantes, devolviendo el orden al Olimpo amenazado. De la cabeza de Gorgona, pues, podemos decir que es un signo mágico por excelencia, pero no sólo en sí misma, por el terror que infunde en los enemigos de quien la lleva como protección, sino por la suma de los tres elementos mágicos fundamentales que la componen.


Estos elementos mágicos, aunados en la figura de Gorgona para hacer de ella un potente instrumento apotropaico son;
1. Los ojos que fascinan.
2. Las serpientes que la acompañan y las que forman sus cabellos.
3. El nudo mágico, que se encuentra en sus representaciones bajo la barbilla o bajo el pecho.


Así pues, la máscara de Gorgona era un signo mágico «triple», unión de tres elementos poderosos que se juntaban para formar una figura horrible que fascinaba con la mirada y dejaba petrificados a quienes la miraban de frente, pero que a la vez protegía por el poder de la magia de las serpientes que componían su cabellera y por el poder mágico del nudo que formaban los cabellos recogidos bajo su barbilla o que cerraba su cinturón, a veces también hecho con serpientes, formando el nudo mágico, también llamado «nudo de Hércules» que a veces encontramos en diversas joyas, como collares o brazaletes.


Estas triples representaciones apotropaicas son frecuentes en la Antigüedad, puesto que el número 3 era cifra mágica por excelencia, como expresión al mismo tiempo de unidad y dualidad. Recordemos que la vida humana, según los matemáticos y sus doctrinas, posiblemente importadas por Pitágoras a Grecia desde Egipto, estaba dirigida por las cifras. Y que los números dos y tres no son, en realidad, números, sino los principios del Par y el Impar". Y veremos cómo, a lo largo de nuestro trabajo, el número tres, en ios conjuros y en los actos de magia, aparece repetidamente, como si las acciones no estuviesen completas hasta ser realizadas por tres veces. Recordennos también que la gran diosa de la magia, Hécate, es representada en forma triple, por lo que su poder se multiplicaba por tres (...).


La Gorgona y su triple poder mágico (Aproximación a la magia, la brujería y la superstición. II): Ana Mª Vázquez Hoys y Javier del Hoyo Calleja. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Hf Antigua, t. 3, 1990, págs. 117-182

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