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lunes, 21 de junio de 2010

Arquitectura efímera


Lo efímero es algo pasajero, de corta duración, o lo que tiene duración de un día. Es inevitable, por tanto, el relacionar lo efímero con un concepto temporal que, en el caso de la arquitectura, dependiendo de su uso, también puede tenerlo.
Las celebraciones festivas en las cortes europeas de los Austrias contribuyeron a alterar la fisonomía del espacio urbano y natural en el que éstas se ofrecían. En ocasiones, estos cambios tenían un carácter permanente, pues se creaban plazas, jardines, huertas y nuevos paseos, se mejoraba el empedrado y la limpieza de las vías públicas por donde discurrían cortejos y procesiones, se revocaban fachadas de iglesias y edificios públicos, se reparaban fuentes o se ensanchaban las zonas de paso. Algunas puertas, arcos, galerías, miradores y torres generadas para determinados festejos cortesanos se incorporaron a la arquitectura estable de las ciudades, y se construyeron edificios especialmente destinados a la fiesta y al teatro para regocijo de la corte.

Sin embargo, la arquitectura habitual en la fiesta cortesana tiene un carácter más efímero y se ha diseñado expresamente para la ocasión con la colaboración de los maestros de obras, escultores, pintores y artesanos al servicio del rey, del municipio o de los gremios y agrupaciones que participan en la organización del festejo. Recurre a estructuras de madera, pasta de papel y tela para levantar fachadas de aparato, arcos, obeliscos, pirámides, castillos, montañas, galerías, perspectivas fingidas, catafalcos, túmulos, triunfos, altares e invenciones, que crean un espacio espectacular y transforman la calle, la plaza o el interior elegido dotándolo de un significado propio para el discurso que motiva y despliega la celebración. Lienzos, colgaduras, tapices, reposteros, escudos, banderolas, velas y luminarias, efigies y relieves, cartelas con versos, emblemas o jeroglíficos, tarjetas con leyendas explicativas, plantas y pequeños árboles, tablados y gradas, fuentes y otros instrumentos mecánicos completan la decoración de esta metamorfosis de los edificios y de la vida cotidiana en el escenario adecuado para el cortejo procesional, la representación pública, el entretenimiento o la devoción colectiva y ritual.

De esta forma, se delimita en la ciudad o en el jardín el espacio reservado para la ceremonia y la diversión pública. En él la arquitectura efímera, la decoración y los efectos artificiales crean un entorno simbólico y reglado por el que discurre el cortejo ritual con la vestimenta, los ajuares y los atributos distintivos de cada uno de los que participan en la fiesta como actores o espectadores. Las restricciones que imponían las pragmáticas contra los excesos suntuarios quedan sin efecto durante la fiesta cortesana, el acompañamiento festejante del séquito y la exhibición de los participantes se valen de la emulación y la apariencia para contribuir a dar mayor esplendor y autoridad a la celebración y a las instituciones que la organizan.

El recorrido ceremonial de la fiesta aparece jalonado por arcos triunfales alegóricos que marcan hitos y ralentizan el paso de la comitiva. El diseño del conjunto y su iconografía viene determinado por una junta o comisión encargada de organizar la fiesta. Las directrices ocasionales y la tradición establecen los argumentos simbólicos, políticos, religiosos e históricos que se destacarán en el discurso programático de la celebración de los cortejos procesionales. En las obras participan los mejores artistas que concurren con sus modelos a los motivos propuestos por la junta. Una vez escogidos los diseños, se prepara su construcción con las aportaciones de fondos municipales y con la financiación extraordinaria de los gremios y corporaciones más importantes, por lo general, plateros y orfebres, artesanos y comerciantes de textiles de lujo (lenceros, pañeros, roperos), carpinteros y ensambladores, y hombres de negocios italianos, alemanes o portugueses. Los tenderos ubicados a lo largo del recorrido deben participar engalanando y limpiando las calles de sus locales, al igual que las casas nobiliarias y edificios públicos que se adornan con escudos de armas, enseñas y banderolas, reposteros, flores y guirnaldas, colgaduras, tapices y retratos. En las bocacalles y plazas por donde discurre el cortejo se alzan tablados y graderíos para albergar a los espectadores o para crear escenarios eventuales para los fuegos de artificio y las invenciones diseñadas que introducen variedad y espectacularidad al ritual de paso.
Finalizada la fiesta también acababa la vida del monumento efímero que era desmontado y sus piezas, vendidas. No siempre ocurría así y, en ocasiones, se guardaba la obra desmontada para reutilizarla en otra ocasión. Aunque en la mayoría de los casos para la compresión de esta arquitectura hay que basarse en descripciones, no siempre sucede así, debido a grabados o dibujos de la época.

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